5.6.12

Mientras estos tiempos duren.



Mientras dure esta época, mientras el monitor sea necesario, mientras la realidad virtual no se exprese directamente sobre nuestra percepción y realmente engañe a los sentidos.
No veo razón para que las letras mueran.Las letras son una abstracción, un fantasma, el fantasma de una idea fugaz, que puede transmitirse de vida en vida y estimulando la imaginación, afectar las emociones y el espíritu; obviamente no hablo sólo de letras sino del lenguaje escrito, pero el lector entenderá esto. Si bien el libro mengua día con día, y para ser precisos apenas tuvo quizás un siglo o dos en los que era realmente dominante, se mantiene como tradición, como hermoso epitafio de las ideas maduras de hombres ilustres, muchos de ellos muertos; naturalmente no hablo de los malos libros, que como todo en el mundo del producto humano, suelen abundar en producción mediocre y tendenciosa hacia la autosatisfacción más barata. Pero, como iba mencionando, es este estupor aparente, lo que causa la teórica desaparición del lenguaje escrito, lo que dispara una alarma en algunos grupos intelectuales o de afinidad intelectual. Cuando es ahora, que veo el albor de una era de escritura, donde la visión más que otra cosa, es el medio por excelencia.
Cerramos nuestros oídos con la tecnología para ambientar a nuestro modo y gusto; o intencional disgusto, porque nunca faltan aquellos que desesperan y en el dolor obtienen algo de placer. En un mundo de millones de rostros, a penas concordamos con nuestras familias y tribus que diluidas  en la multitud de individuos se sienten distantes o impersonales, el contacto cercano es cada día más difícil. Los olores son públicos, bastante, y los sabores son algo que requiere un extremo contacto. Por lo que son difíciles de controlar para la comunicación. 
Entonces sólo han quedado los ojos, como centros de percepción, y no es que no decidamos que ver y que no ver, pero reconocemos que es la única parte que cómodamente queremos que interaccione con este mundo. Es seguro ver a la distancia, la información es menos peligrosa en esta forme e inevitablemente se puede obtiene algo. Por ello permitimos que la vista sea la que se exponga, la que nos mantenga al tanto. Nuestra realidad, y ya no es novedad, se ha tornado visual, nos gusta ver lo cotidiano y dentro de lo cotidiano abundan los mensajes: vídeos, fotografías, atuendos, gestos, símbolos y por su puesto la palabra escrita. De este modo, es obvio que no podemos esperar que esta época no sea una buena época para la palabra escrita, cada día se escribe más y más. En pequeñas frases, en páginas completas, pero que terminan siendo de una intención común, cuyo único fin es la de comunicar sin poner atención al estilo, la forma, el contenido o la intención de lo que se escribe, y aún así no se puede negar tampoco que esta época es la época de la lectura. El lenguaje escrito es todo lo que nos queda en un mundo tan distanciante y en el que forzosamente tenemos que lidiar con pantallas y monitores.De sernos posible, cargamos una en el bolsillo. 
Vivimos y dramatizamos en carne y por escrito. 
Quizás, por ignorancia, sólo puedo pensar en las similitudes que compartimos con los siglos XVIII y XIX y su abundancia de escritos, en forma de libros. Donde una humanidad, de la cual descendemos ideológicamente, en mayor o menor medida, se mantenía expectante, ansiosa  de conocer las ideas y opiniones de personas que al escribir se volvían personajes.En ninguna otra época los libros fueron tan trascendentales en la comunicación, y aunque en este mundo que con abundantes creces, se haya colmado de posibles y efectivos escritores, es un mundo donde el libro es un producto escrito por una persona; a veces cuando son grandes tratados científicos, una centena de personas interfieren, y dicha obra se ve vertida en unos cuantos miles de ejemplares, de los cuales aunque se vendan todos, con su debida ganancia para editores, imprentas y escritores, quizás ni la mitad serán leídos en su momento.
Es un hecho que el pobre impacto que representa el libro, se ve reflejado en la importancia moderada y más bien de juicio moral, que le da la masa a su existencia.Y este fenómeno se iba acentuando. Y con esto el libro y la palabra menguaban: conforme el televisor se hacía más popular, por su alcance mas no por el gusto, el gusto pronto quedó asentado; el teléfono se propagaba; la radio aumentaba su presencia y el cine oscilaba entre la grandilocuencia y lo babilónico, en cualquier caso era difícil de ignorar. Dejando rezagada a la palabra escrita pues el estímulo que esta ofrecía era difícil y requería un esfuerzo. Curiosamente y de modo paralelo, hermana tardía de todas estas tecnologías: la computación, creó el internet el cual en un par de décadas ganó fuerza suficiente para volverse popular, y aunque no haya agua potable o alfabetización para todos, el internet se logró establecer como una nueva necesidad para la humanidad contemporánea. 

Siendo evidente con esto, que existe una inundación de la palabra escrita y no parece que vaya a terminar pronto, quizás no nos hemos dado cuenta de sus glorias o quizás no han salido a la vista, pero no tardaremos en tener en las listas, nombres que destacan por haber hecho y ocupado el medio para dejar un mensaje de valor en este mundo. 
Resucitamos el lenguaje escrito como fuente y motor del cambio.
No obstante, quiero dar un giro abrupto, pues el motivo de este escrito, no es abordar las bondades y la belleza de la palabra escrita, para eso creo que existen personas, inmortalizadas en su obra, como la analítica “V”  o ese Borges cuyas reflexiones sobre la literatura son hondas y bien maduradas.
Yo quiero exponer una ligera observación, y desconozco si alguien más la ha hecho, una observación que sugiero con una resignación propia de los tiempos.Y es que en la medida de esta época, sumamente virtual, una abstracción de sociedad es lo que nos queda; laboramos en lugares a veces muy distantes de nuestros hogares, pero en un mismo territorio, donde el ensimismamiento de la individualidad, es inevitable, por hábitos y logística. Nos reducimos a socializar a través de teléfonos y computadores personales.Nos queda aceptar un “: )” como un gesto de buena voluntad, es literalmente la caricatura de una sonrisa, aceptamos un abrazo o un XOXO como una muestra efusiva del cariño entre seres humanos. 
Hubo una época en la que era más aceptable escribirse cartas, época en la que las distancias largas era la que nos hacía imposible el estar en esos momentos y sólo podíamos ser llevados con cariño y memoria.Ahora es el tiempo, aquel que no nos permite socializar. Todo el tiempo ocupado, en ciudades, en las que quizás nuestras viviendas no están espaciadas por más de una hora y media de camino. Pero son las abundantes ocupaciones las que nos impiden anotar en agenda una fecha para las amistades.Incluso una llamada o una vídeollamada exige atención, que no tenemos. De nuevo la palabra escrita, nos permite viajar en el tiempo y alcanzar aunque sea simbólicamente a los nuestros.Un beso, un abrazo, una sonrisa, una palmada en el hombro, una risa y el calor, ahora se envían por escrito para que viajen por el tiempo y alcancen lo que nuestra carne no puede.
Quizás hay una medida de espiritualidad en la medida que reconocemos esto y nos esmeramos en mejorar la expresión escrita, pues es nuestro mejor recurso para alcanzar a los que nos importan. 
¡Escribamos pues y sintamos pues, esos abrazos, esos besos, esas sonrisas, ese apoyo, esos hombros en los que podemos llorar, ese regazo que nos ofrece cariño, esas lágrimas, esas risas, que viajan por el tiempo, que son virtuales, que son nuestro recodo de humanidad!
He dicho, mientras estos tiempos duren. 
-Chars-


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