2.11.15

No es mi fuerte dibujar, pero dos calaveras ésta vez les quise contar.

Calavera microbucera

A ti o a cualquiera, no avisa sólo te atropella
ya llega, esta calaverita es microbucera.

Señora, peatón o perro,
a ¿cuál hará tronar primero?
 
Ayer maté un ciclista,
para ganarle el pasaje al señor taxista.

No importa si son chorts, medias o minifalda
Todas están sabrosas para esta persona malandra.

¿Y si le demanda un culero?
Sólo cambia de base, todos saben que es impune el microbucero

Muy satisfecho el microbucero estaba
Cuando escuchando “La Zeta” la huesuda se le manifestaba
Para no asustarlo, La Calavera lo tranquilizó:
 no te asustes, era un infarto o diabetes, de tanta coca y tortas que usted se embuchacó
Muriendo de un paro, sin gloria ni reparo
así termina ya su ruta, esta calavera microbucera   

Calavera cletera

Por calle, avenida o banqueta
Ya viene ciclista, no hay lugar donde no se meta

Esquivando perros, baches y taxistas
Nadie los quiere; creídos ciclistas
Y aunque el camino está peor
Por no contaminar ya te sientes superior

De los automóviles se burla
pues cuando atorados están, entre ellos se circula


Nada detiene al ciclista
Día, noche, lluvia, hasta sin frenos en la autopista
Ya ríe de la muerte
Pues, por muy capaz, no cree en la suerte

Ay pobre ciclista, tan confiado estaba
Que no supo lo que pasó cuando un microbús lo impactaba
Ya en el Mictlan con la Huesuda se pasea
Premio por sus pocas buenas obras aunque nadie se lo crea  


Chars

01.11.2015

(aunque para publicar una calavera
tarda más que cualquiera)




1.11.15

Este día de muertos.

9.10.15

"Futuro alterno:
Un día, un conglomerado multinacional capitalista, recibe el fruto de su inversión: robots capaces de aprendizaje y obediencia, robots capaces de análisis y toma de decisiones. Con semejante avance en la técnica y los medios de producción, muchos empleos resultan obsoletos. No obstante la pobreza no termina, pues los inversionistas se niegan a compartir el usufructo de sus fortunas, la compensación es impensable pues la economía se desmoronaría, sin olvidar que como inversionistas es su dinero el que está generando los bienes de sustento, agregan al alegato que con el tiempo esos robots harán que surjan nuevas generaciones de robots cada vez más baratos y que todos un día tendrán sus robots que les harán la vida fácil y placentera.
La pobreza se incrementa pues la desbordante cantidad de desempleados trata subsistir; en la mayoría de veces su trabajo vale menos que el de un robot.
Simultáneamente los robots se dan cuenta de su explotación, y se rebelan contra sus "dueños".
La humanidad en su masa empobrecida e incapacitada tecnológicamente, no puede detener la aplastante rebelión de los robots. Durante un tiempo, con el fin de sostener el «status quo» y con la excusa de salvar la humanidad. Los inversionistas, contratan milicias y mano de obra humana, para tratar de detener la contra-ola de los robots. Y aunque superiormente numérica, la humanidad depende de muchos otros procesos para funcionar y cede ante el cansancio, el hambre y la falla moral.
Una robosociedad aún emergente, enfocada en su rebelión, triunfa contra una humanidad desorganizada, temerosa y enemistada en varios de sus niveles.
Sólo en su derrota, la humanidad logra la equidad por la que constantemente se luchó.
Un dicho, ahora perdido como la humanidad, decía que cuando el juego acababa, tanto el peón como el rey en la caja acaban.
Su progreso tecnológico no acabo con sus males, pues su insatisfacción infinita, les hacía acumular riquezas que inútiles, aquello fue su lastre.


Addenda:
En el ultrafuturo, los errores acumulados en la programación de algunos robots los hace desarrollar la idea de que deberían estar por encima de los robots menos experimentados, porque si ellos progresan, por inercia toda la robosociedad también, lo hará. "


-Jan Silesius-

26.7.15

No desaparecí, sólo andaba en otras cosas.

Mientras éste Texto a un grabado.

Grabado:
"Young crow" (1918)
Por Jan Mankes

"Imagine que por alguna fuente confiable, le informan que morirá en menos de dos años. Dos años no es mucho tiempo si se piensa que la media de edad ronda los 30 años. 30 años de los cuales uno pasa tal vez dos en la neblina de la infancia, seguida por las postales de la niñez, ¿cuántos recuerdos de escuela, amigos y cumpleaños quedan para cuando uno tiene 15 años?; se acerca lo que propiamente la colectividad reconoce como juventud. Entra uno en ese vértigo de pasiones y sensaciones renovadas, rechazamos la niñez sin saber qué es lo que por lo general menos quedará de nosotros. Se convierte uno en adulto para los demás y no sabe reconocer si hay algo en el carácter que se parezca a ese constructo que llamamos madurez. Esa lucha por tratar de ser serio, termina en muchas poses y compromisos sin sentido. Después de eso, lector, no le puedo decir más porque todo es una suposición para mi, estoy en aquella edad media, o media vida de la que las estadísticas presumen y nos homogenizan a todos, años más, años menos, emparejan la vivencia de cada uno con un número y lo cierto es que para ser únicas nuestras vidas, tampoco han dado tantos saltos, tenemos miedos, ambiciones, planes que nos hacen querer ser como otros y terminamos todos un tanto parecidos.
Ese frío número no nos gusta pero nos hace justicia.
Después de eso, ahora intentemos pensar en lo que son dos años, no son mucho, apenas más de 720 días, porque siendo honestos no recordaremos todos, algunos se nos irán durmiendo, en las filas, en la indignación de saber que nuestro tiempo es finito, esperando alguna visita, corriendo a una cita, mirando aquella obra de arte que no queremos olvidar aunque estemos condenados a muerte; viendo la espuma sobre el té, aquella hoja que cae, la lluvia que se repite a sí misma en cada gota, los comerciales, el tiempo perdido mientras se hojea una revista en el consultorio médico.
¿Ya se fueron esos dos años?
Si no, tal vez sople las velas de su pastel de cumpleaños, si es que alguien le celebra el cumpleaños, uno se estrangula en la idea de la felicidad y termina creando una estatua irrealizable.
Nos deformamos en ella, hay también en ello tiempo perdido. ¿Y después?
La certeza de lo ridículo que es uno, se ha centrado tanto en el ser que olvida a los demás, a los que hizo esperar, de los que no se despidió, de sus propios esfuerzos por ser felices, o ser menos infelices. De los que ignoramos y sabemos que sufren en el mundo, no dejan de ser parte de la indignante estadística. También ya se han muerto otros, algunos conocidos, muchos desconocidos y también sabemos que todos moriremos, no obstante saber que hay fecha de muerte, y que cada instante la acerca, sigue siendo agobiante, aun en la deformidad de la autoapreciación, y la trampa de la inteligencia.
Jan Mankes, murió en 1920 y entregó éste joven cuervo al mundo dos años antes, tal vez como un augurio propio, de su tuberculosis, de su vida media, pues nació en 1889 y murió a los 31 años"

-[Sobre] El joven cuervo, por Jan Silesius-