4.3.12

Sobre el ordenamiento sistemático de los seres vivos.


“Decir el tigre, es decir los tigres que lo engendraron […]”
Jorge Luis Borges

La arquitectura del pensamiento humano y no sólo la moderna , ha exigido un ordenamiento. Le es inconcebible el caos;
la desestructura. Existe pues esta necesidad solemne de organizar todo, sea entonces por una razón que se pierde en los atributos primigenios de nuestra especie, o por un logro de la llamada razón; en cualquier caso, la sistemática como idea permite manipular de un modo eficiente la información que el ser humano compila por los sentidos y la memoria. Para cualquier rama del conocimiento, existe un ordenamiento, necesario que opera bajo cuestiones de funcionalidad o de un gusto adquirido, en el caso de la biología y del ámbito de los denominados seres vivos, el ordenamiento ha tendido a sufrir esquemas con arbitrajes de distintos sistemas epistemológicos, como toda labor humana, esta clasificación ha ido sufriendo mutaciones causada por el sistema ideológico dominante. En épocas en que el conocimiento estaba bajo una función teológica, los atributos estaban jerarquizados en grados de perfección – cercanía al ente divino- cabe hacer la mención que ya en estas épocas, crear el catálogo de los seres vivos era un mandato divino; el caso más conocido es el relatado en el Génesis bíblico, donde el Dios de los Judíos ordena a un primigenio Adán, nombrar las criaturas en el paradisiaco primer mundo.
Con el desarrollo ideológico que se fue dando, el antropocentrismo desbancó los sistemas teológicos clásicos y puso al hombre ideal como la cumbre de estos sistemas de clasificación aún muy jerarquizados, no sería erróneo decir que en realidad el paso fue cambiar las dimensiones de lo divino.
Para fortuna de la ciencia, como idea, este necesario paso con el tiempo fue engendrando y permitiendo un mundo en el que el antropocentrismo desmedido y disfuncional fue considerado “antinatural”, pues se halló al hombre insignificante frente a la inmensidad profunda de un universo sin rostro y sin piedad.
La etapa más reciente, de la filosofía humana, aunque para algunos suponga un retroceso a un sistema basal, se fundamenta en el esquema y el ordenamiento “natural” es decir el que se presenta en el universo, independientemente de cualquier interpretación subjetiva que quiera dársele – y es hasta aquí que revisaremos este tema para no ahondar en metafísicas y semióticas confusas-.
A partir de este esquema se han ordenado a las formas vivientes para que el ser humano en sus disciplinas científicas pueda entender mejor el fenómeno de la vida.
Se denomina cladística, a la rama, valga la redundancia etimológica, de la biología que se encarga del estudio, gestión e interpretación de las relaciones filogenéticas de los seres vivos; empero el término de especie, sigue usándose por su utilidad a este ordenamiento.
Su fundamento es sencillo, pues se basa en el teorema de Bayes, que establece y permite la aceptación de una hipótesis en razón de su inferencia estadística, permitiendo aceptar una propuesta como válida por inducción con base a lo más probable, huelga decir que el pilar para la toma de decisiones, la lex parsimoniae, termina por ser un enunciado subjetivo, pues no existe una medida de la simplicidad. Y también que probabilísticamente una hipótesis, sea más viable por el menor número de elementos que interfieren en su confección no es necesariamente una medida de la realidad.
Mientras, en lo que los sistemas de pensamiento logran un mejor método, la forma actual de la cladística funciona bastante bien para entender la evolución de las formas de los seres vivos, creando intrincados enramados para detectar parentescos y relaciones de ancestía, que a últimas fechas (desligándose cada vez más de los viejos modelos jerarquizados) la disposición por clados crea un sistema radicular que se dibuja a partir un teórico ancestro común.
(Aunque es muy ideal, aún se tiene la creencia de que la vida tiene un origen único y que existió una forma prima arquetípica; no muy distinta a esa idea teológica de un único arquetipo de cada cosa y de las cosas mismas. Falta ver a que nos llevan los próximos descubrimientos.)
Bajo esta serie de fundamentos, se interpretan las relaciones filogenéticas de los seres vivos. Pero esta es sólo la primera parte, pues existen una serie de términos que le dan consistencia al desarrollo de estos estudios.
Si bien a efectos de trabajo, el punto central es la suma y comparación de caracteres; y de cómo estos generan similitudes entre los grupos de seres vivos. Gracias a los avances en los estudios de informática y análisis moleculares, se pueden en primera procesar de modo veloz y con un error mínimo, y en segunda encontrar nuevos caracteres más estables, contundentes y menos confusos para contabilizar estas similitudes y diferencias entre los seres vivos y crear diferencias para organizarlos en grupos, es más fácil estudiar la singularidad que el conjunto.
A estos conjuntos ordenados y con un nombre asignado en latín – por una sentimental pero efectiva convención- se les denomina taxones.
Las creaciones de estos grupos se van haciendo cada vez más específicas, conforme el refinamiento sea requerido, es decir, surge una aparente jerarquización, pero es más fácil reconocer que son subconjuntos de otros, aunque son necesarios para entender el ordenamiento que se ha ido haciendo de los seres vivos, a fin de cuentas no es lo mismo un león que un ratón ni estos lo mismo que una anchoa o una errabunda ameba, al fin y al cabo, cada uno de ellos está hecho de: proteínas, contienen mitocondrias, un núcleo celular, ribosomas, vacuolas y se reproducen. Y es en esta parte que las pequeñas grandes diferencias entran en acción, pues para el ordenamiento filogenético basado en el arquetipo monofilético, se sabe que para el desarrollo de nuevas formas incompatibles con otras, las llamadas “especies”, deben surgir nuevos caracteres, una vez establecida temporalmente la nueva forma, de esta surgirá otra; por lo general, tampoco faltan los taxones fracasados, que sin saberlo se dirigieron a la trágica extinción sin descendencia alguna. Con esta serie de sucesiones se van adquiriendo y enmascarando algunos caracteres que a su vez crean nuevos grupos y así subsecuentemente.
Con el establecimiento de una jerarquía evolutiva, que involucra lapsos temporales, se habla de caracteres plesiomórficos, apomórficos y autopomórficos. Donde los caracteres plesiomórficos son los ancestrales, aquellos que van a presentar todos los taxones de un grupo. Seguidos estos por los apomórficos, que son caracteres derivados, que son sólo pertenecientes a algunos grupos; Por así decirlo, la columna vertebral es un carácter plesiomorfico de los vertebrados, pero las cinturas –esas articulaciones para poder tener extremidades- son apomorfias de anfibios, réptiles, aves y mamíferos, en el punto final decimos que una autopomorfia es un carácter derivado pero exclusivo, por ejemplo las plumas en aves y la dentición heterodonta y con cúspides de los mamíferos.
Para el análisis de grupos surgen otros términos, pero que hacen referencia a qué tanto llega a cumplir este grupo el principio monofilético.
Por lo general se denomina a todos los grupos no monofiléticos como no naturales, ya sean polifiléticos o parafiléticos (grupos que incluyen grupos de organismos no necesariamente descendientes de un ancestro común, y grupos que no incluyen a todos los descendientes de un ancestro; respectivamente.).
En un sentido técnico este es el tipo de datos que se logra obtener tras realizar estudios filogenéticos y crear cladogramas – representación gráfica de estas relaciones de ancestría y evolución-.
Gracias a todos esos detalles, se han hecho “árboles de la vida” más consistentes que permiten un mejor entendimiento de los seres vivos y el fenómeno que es la vida.
Independientemente de los resultados inconclusos, y de los fundamentos aún susceptibles a la duda epistemológica; la cladística ha trascendido a los modelos anteriores por lograr resultados no sólo adecuados para engendrar gravosas listas y mantener estudiosos ocupados, también da resultados en los campos del mundo practico y técnico, por ejemplo la biotecnología y la medicina –en el rastreo de misteriosos patógenos-, sin olvidar que también este conocimiento ayuda a reconstruir la historia del desarrollo de los seres vivos, lo que se puede considerar como un fin más científico que es acercarnos a la verdad sobre las cosas, sobre los seres y sobre la vida misma.

-Chars-




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