28.6.09

Y más cuentos desde la selva (continuación 3 ).

Parte cuarta

El día anterior había llegado un mensaje vía correo al Sr Jimenéz, en dicho correo se le respondía a otro que había mandado el Sr Jiménez a su asesor en la academia mexicana de biologistas, con el tema de la sequía pronunciada que dificultaba el estudio del Sr Jiménez.
A lo que su asesor respondió con aguardar algunos días en lo que la lluvia llegaba pero no dejar de limitar opciones, recomendando buscar de noche a los batracios por el canto de sus coros.
Considerando los consejos de una eminencia como lo es el Dr Viktor Von Kingherräd, es lógico pensar que su experiencia, previsión y conocimientos, son más que útiles, guía.
Siendo eso el caso, decidimos aprovechar nuestra cercanía a la costa e ir a la playa a disfrutar del paisaje, sus nubes, la infinidad del océano y el vuelo de las aves.
Nos preparamos y esperamos en el camino el paso de un trasporte trans-rural.
Si bien se retardo un poco, no fue lo suficiente como para incurrir en la desesperación y la locura, y con un paso veloz, nos llevó, pasando por los caminos periféricos y atravesando algunos ejidos y pueblos.
Es contrastante el hecho de ver de un lado de la carretera la selva y su variedad de verdes, su infinidad de sombras y la cantidad inquietante de fieras y criaturas que aún la pueblan, y por otro lado, las llanuras habitadas por contentas aunque monótonas vacas.
El colmo es además cuando de vez en cuando se llegan a ver algunos de estos bovinos enfermos y flacos, es cruel pensar en la cantidad de hectáreas devastadas solo para crear pastizal y que ni siquiera eso fue bien logrado.
Es un atentado inútil.
Tras un breve y reflexivo viaje
Llegamos a un pueblo costero de apariencia tranquila, nos recibió la vista de la iglesia del pueblo y el conjunto de edificios viejos y algo en mal estado, y ¡claro!, el panorama al fondo de lo que prometía ser una playa tranquila y soleada.
Pronto nos movilizamos, yo ansiaba tomar algunos fotogramas a modo de paisajes sin pretender igualar a algunos paisajistas, sólo por el mero registro.
Mientras yo hacia la búsqueda de un lugar adecuado y conseguía con la gente del lugar algo de sombra bajo sus cabañas que mañosamente han dispuesto para refugio y descanso de los turistas, a cambio de consumirles alimentos de dudosa calidad y cuyo valor monetario es debatible.
Pero en fin
Una cabaña me pareció aceptable por la sombra y la vista que yo tenia desde ahí, dada la intensidad del sol no ostentaba muchas ganas de asolearme, a diferencia de mi gentil amigo que se había ido a comprar un bañador para en efecto hacerle de bañista aunque sea en la costa, husmear y divertirse algo bajo el agua, yo por mi parte preferí pedir una jarra con limonada y desde un lugar tomar algunas panorámicas, jugar un tanto con las posibilidades de la cámara.
Después de un rato y de ponerme a fin de cuentas a merced del poderoso Helios, todo gracias a la culpa de un simpático cangrejo que reto mi capacidad de retratarlo.
Bueno, en fin, después de eso
Me dispuse a beber fresca limonada y a platicar con mi recién salido del mar; amigo.
Mientras eso pasaba, un grupo de no mal llamadas “Divas de pueblo” hizo su entrada en la playa, eran jovencitas morenas y con la típica fisionomía de la región, ante lo cual solo pude tener una impresión de gracia y reír ligeramente.
Su paso, si bien no era notoriamente torpe rememoraba al de alguna dama de ciudad, pero algo borracha (cosa de no saber como contonearse), sus vestimentas eran exageradas y contrastaban demasiado con el color tostado de su piel, y sus alhajas si bien no eran ni remotamente cercanas a la preciosidad y el coste que manejan algunas tiendas de la capital con sus lujosos minerales y suntuosos diseños, sin mencionar el coste algo tremendo, estaban mal combinadas en color, es decir siento que independientemente de sus capacidades económicas, carecían de belleza no hablare de su físico solo de su estilo y del modo en que arropaban y que refleja mucho de quién se es.
Me estaba deleitando de un modo moralmente incorrecto al criticar el mal vestir de las muchachillas cuando junto con ellas y haciendo una entrada retardada pero por ello de mas impacto; llega una muchachilla algo blanquilla, de labios rosados y cabello ligeramente ondulado, piernas delgadas y graciosas, su indumentaria era le propia de las jovencillas de este tipo de pueblos, pero había una notoria diferencia entre como combinar formas y colores y evitar generar un espectáculo ligeramente hilarante.
Aún cuando se notaba que accedía al mismo tipo de ropa y adornos, su gusto denotaba una mayor sensibilidad a la estética y por ello era agradable a la vista.
Al terminar nuestra jarra con limonada observe unas cuantas veces el alegre y disfrutable caminar de aquella muchacha blanquilla.
Aunque tras un rato decidí regresar, si bien no extrañaba la comida del campamento por su sabor o calidad extrañaba su precio monetario.
Así que para llegar a tiempo decidimos regresar, no sin antes tomar algunos fotogramas de edificios viejos, cuya presencia me causa un cierto estado de nostalgia indescriptible.
El abandono tiene su belleza para mí.
En esta ocasión el transporte trans-rural no se hizo esperar y nos regreso, con el consecuente tour por los pueblecillos, regresando a tiempo para la comida y aprovechar su gratuidad.
Siendo ese un día algo desocupado, nos dimos a la tarea de visitar de nuevo el perímetro selvático.
Sin encontrar mucho.
También hicimos plática con algunos de los otros biologistas del campamento, entre ellos conocimos a un joven de nombre Omar Suaréz, quien es un estudioso de las bestias mamíferas y sus afines.
Otro de nuestros compañeros es el poco famoso Dr Derkk Köln especialista en la materia de las abejas y todo lo referente a ellas, menos su aprovechamiento en granjas, como producen miel, y cuales son los nombres que les da la gente no docta.
Las otras tres personalidades eran mujeres de ciencia que si bien ya habían adquirido su licencia como biologistas, aunque de procedencia de escuelas extranjeras de poca monta pero de de un país famoso, rico y poderoso, que en efecto tiene mejores escuelas, sin embargo sólo para gente con mejores ingresos.
Sus nombres eran Annette Truman, aquí para estudiar a las bestias mamíferas de la zona y ayudar a su amiga, la aspirante a grado de maestría Crystal Santiago que hace estudios a los pastos de la zona.
Una tercera de nombre Mariana que estudió en el mismo país pero había nacido en dividido país del Panamá.
Todas ellas realizando proyectos para tratar de escalar en el mundo de los biologistas, al igual que de cierto modo mi amigo.
Yo seguía siendo el único interesado en la aventura, el único observador.

Por ese día tranquilo no había más
que hacer y en efecto nos decidimos a dormir pues esperábamos que mañana teníamos que salir a revisar si podíamos encontrar los dichosos coros de batracios…

(Continuará)

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