7.7.09

Y más cuentos desde la selva (continuación 5 ).

Parte sexta

-¡Sr Charles, tengo sueño!-
Me dijo en tono débil mi amigo el Sr Jiménez.
- Tranquilo, por favor, sujete con esta seda su herida para evitar que siga sangrando –
Le dije.
- no desespere, ¡no se duerma!, lo necesito aquí, ¡¿entendió?! -
Continúe.
Mientras hablaba y trataba de calmar a mi amigo, en la parte del piloto, el Dr Derkk Köln y la Srta Crystal, que había hecho el amable gesto de acompañarnos hasta el hospital del poblado de Katemam-acko, estaban hablando acaloradamente de lo sucedido mientras el Dr Derkk comentaba lo trágico y lo difícil que es la vida aquí en el 3er mundo, no pasó mucho tiempo cuando nos relató su anécdota de cuando el Dr fue al Brasil y en el modo en que los nativos son “bautizados”, resulta que también el Dr Derkk había sido asaltado (y de hecho ha sufrido una serie de peripecias de robo solamente en las tierras tercer mundistas), sólo que en este caso tuvo la desgracia de ser balaceado primero y avisado después, “sentí un dolor en el estomago y escuche un disparo, luego oí una voz que exigía que le diera todo lo que traía”, esas habían sido las palabras del Dr Derkk quien naturalmente estuvo cerca de un mes en tratamiento, en el lejano Brasil, más tarde él hablando con los lugareños, notó que allá tener de menos un disparo era lo típico, en eso consistía “el bautizo”.
Por nuestra parte yo me había visto forzado a comprobar la cordura y nitidez mental de mi amigo, por lo que me puse a formularle preguntas sobre su vida y terminé por hacerle un breve examen de aritmética, para evitar que cayera en el sueño.
Aún así el semblante del Sr Jiménez se mantenía caído, y sujetándole la mano para darle fuerza a mi amigo le recordé a su queridísima familia para que el anhelo de volver a ver a su mujer e hija, fuera ahora la fuerza inmaterial que le obligara a vivir, que lo levantara y lo alejara del profundo hades.
Por fortuna el viaje aún a pesar de la reducida velocidad, (obligado el piloto a esta, para evitar que el herido se zarandeara más) fue ligeramente más breve y cómodo que en los trans-rurales.
De inmediato y por fortuna se nos atendió, el enfermero revisó primero la herida, tras ver que no era tan grave aunque si necesitaba suturarle con hilo y aguja.
Debo describir que el proceso fue un tanto agresivo a las mentes no acostumbradas, por un instante el pellejo levantado en la cabeza del Sr Jiménez, mostraba un fondo blanquecino, que delataba su cráneo.
La rudeza con la que el amigable enfermero lo trato, sólo era entendible gracias a los modos típicos de la región, al hecho debe sumársele la carencia de varios elementos médicos que la modernidad nos ha hecho creer indispensables pero que la carencia del campo nos a demostrado, son opcionales e incluso un lujo.
Para el caso del Sr Jiménez entre la carencia de un vendaje cómodo se le sumo la falta de anestesia al proceso.
El Sr Jiménez hizo gala de su valor y con un resoplo de sus narices toleró el proceso de sutura.
A continuación de tal proceso, fue requerida la valoración médica experta, del médico de la región, para efectos del día y de la hora fue el médico de guardia.
En esta guardia estaba un pequeño y precioso ángel encarnado.
La Dra Bellamina, quién con una breve prospección determino el tipo de tratamiento a seguir, recomendando algunos fármacos para la rápida recuperación del herido que además de la profusa herida en la cabeza también ostentaba severos raspones en el brazo, espalda, pecho y pierna, así mismo como un doloroso esguince en el pie derecho que a estas alturas ya estaba generando una notoria hinchazón.
Después de ser atendido mi amigo se le dictamino descanso y se le envío a un cuartito en el hospital para que pasara ahí la noche.
Lo dejé dormir ahí, si bien se requería que un familiar se quedase a su lado, no había otro que su amigo y yo pase una noche de vela a su lado.
Mantuve mis momentos de abandono y reflexión mientras mi amigo dormitaba.
Pero me aguardaba no sólo una noche ocupada, sino una semana tortuosa.
Para empezar y por cierta fortuna había que dar fe y explicaciones a la policía municipal.
Un hecho requerido para la academia para tratar de evitar futuros incidentes similares (aunque a lo largo de la investigación llegamos a enterarnos de varios percances en épocas anteriores y de la falta de previsión del Dr Viktor Von Kingherräd, quién envío sin las advertencias necesarias a mi amigo).
Un hecho notorio es que la administración del campamento a pesar de pertenecer al peligroso ramo de la burocracia se mostró muy cálida e interesada en mi amigo, detalle grato pues de ocurrir alguna cosa similar en la ciudad realmente no esperaría un soporte como el que se tuvo.
Entre los detalles a resolver fue el de barajar la posibilidad de recuperar lo que se nos había robado, en especial interés del Sr Jiménez pues ahí llevaba sus datos y herramientas de labor científica.
Yo por mi parte sólo había perdido un saco verde con un medicamento para mi asma y mi ficha de identificación.
Tras comenzar a resolver ciertos detalles administrativos y judiciales, despedí con un sincero agradecimiento a los amables Derkk y Crystal para que regresaran al campamento, mientras que yo por mi parte estaría al pendiente de mi amigo.
Mientras tanto la madrugada me esperaba y me decidí por entablar plática para no caer en sueño.
Tras conversar un rato con Esteban el enfermero que aunque rudo en sus modos era un hombre amable, paso cerca de mí la Dra Bellamina.
Una mujer blanquilla de preciosos ojos azules y un cabello ligeramente dorado como el sol de la mañana.
Sus labios carnosos y de sano tono rosáceo eran una parte fundamental de los esquemas de agradable belleza que complementaban la agradable personalidad de la bella persona que demostraba era.
Aunque como toda santa mujer seguro tenía sus demonios y locuras.
Durante una parte de la noche la plática incluyo los tópicos del campo y la ciudad, lo agraciada que era ella a los ojos de la gente, su gusto por el café, mis disgustos por la comida en el campamento, la desgracia humana del crimen y de cómo la providencia trataba nuestras vidas.
A lo largo de la noche desee mucho tener algo de música pues mi adicción por ella difícilmente toleraba su ausencia excepto en ciertos momentos de sagrada paz.
Tampoco tuve un libro con el cual deleitarme en exquisitez literaria.
Para rematar mis molestias a parte del clima frío que reinaba gracias al clima artificial me encontraba en un hospital, y en lo que a mis percepciones concierne me hallaba yo en uno de los peores lugares del mundo.
En lo personal detesto con horror los hospitales y los centros médicos, incluyendo a su personal, con algunas muy distinguidas excepciones, aún la arquitectura estéril y que me sofoca y me recuerda a la amarga burocracia, bueno, no hacen más que sumirme en un progresivo descontento y desesperación.
Otros lugares que con horror evito son los bancos, las estaciones de policía y las oficinas de gobierno.
¡Oh pobre de mí!
Casi la entera semana subsecuente al ataque que sufrimos, fue ir de un lugar a otro, chequeos médicos, declaraciones y papeleo.
¡Oh no!
¡Más papeleo!
Lo único que agradecía realmente fue la recuperación de mi amigo y la buena disposición de la administración del campamento.
Aún a pesar de los detalles subsecuentes fue grato saber que no se prolongo mucho el tiempo de los viajes hacia las centrales administrativas y de servicios periciales.
Aún así las bellezas de la selva quedaron expuestas ante mis ojos,
No pasaron más de un par de días antes de que me viera una tarde rodeado de los monos aulladores

Denominados por el género taxonómico Alouatta según las ciencias modernas.
Que todos los días en cualquier momento gustan de generar ruidos y gorjeos variados y altisonantes.
Tampoco podré olvidar una tarde que de entre la hojarasca vi emerger mientras conversaba con una estresada Mariana, un grupo, mejor dicho una contenta hilera, de ordenadas, contentas y muy pequeñas arañas “Brachypelmas o Aphonopelmas” dijo con seguridad mi amigo el Sr Jiménez, que no solo esta versado en el estudio de los seres batracios, sino en el de otras tantas cosas del saber científico de la naturaleza.
Cabe destacar de él conocimientos variados de geografía, impresionantes en reptilianos y anfibianos, extensos en aracnoides y afines, conoce en general grupos básicos de bestias vertebradas e invertebradas.
Tiene conocimientos básicos pero bien fundados de geología y paleontología.
Así mismo conoce de las variedades de plantas fanerógamas, de su fisiología y anatomía tisular.
No olvidemos sus nociones de historia, gastronomía y otros haberes que si bien no dan para hacerlo notar como un humano culto, lo alejan mucho de las hordas de gentuza mundana.
También tiene algunos guiños por las artes ocultas pero aún no se ha progresado mucho en esa materia desde la caída de la egipcia Alejandría.
Durante esos días gracias al ocio del Sr Jiménez pude tomar fotogramas de una criatura a la que le tengo un pequeño culto.
La salamandra.
Como símbolo de los dragones en Europa y un reminiscente de las épocas carboníferas en las que los anfibianos dominaban agua y suelo.
Me deleito en su lento paso y el modo en que respiran con paz.
¡Amor a aquellos que nos hacen grandiosos los días!
¡Oh amados tucanes de plumaje negro!
¡Oh juguetonas ardillas!
¡Oh dulces ranas!
¡Grandiosos centípodos!
¡Amadas serpientes!
¡Prodigiosos hongos!
¡Majestuosos árboles!
¡Bella mariposa azul!
Con el tiempo, que rápido pasó, pudimos retornar al trabajo principal.
Si bien durante el tiempo que mi amigo estuvo recuperándose de sus heridas, yo me dedique a mis haberes y algunos fotogramas, me preocupaba por saber cuál seria el sentido y final de su investigación, dudo que realmente deseara tener que trabajar diario por aquella zona, y peor aún la falta de lluvia.
Cabe mencionar que si bien el Dr Viktor Von Kingherräd se deslindo de toda responsabilidad y apoyo a mi amigo, fue la administración quien lo apoyo he incluso gracias a la previsión de la Dra Rossamond quien es la directora del campamento sugirió que mi amigo revisara una zona posiblemente habitable por ranas, dentro de los linderos perdidos de la selva circundante.
Estando mi amigo ya cercano a la total recuperación de sus heridas decidimos ir a hacer un viaje a la zona, capturando algunos especímenes de diversos batracios ahí hallados, incluyendo algunas larvas de estos.
Durante la noche mi amigo se puso a determinar mediante bibliografía selecta, la especie de estas ranas hallando para su sorpresa que una de estas pertenecía a una especie “hermana” del batracio cantor que el buscaba, aún más sorprendente fue el hecho de que esta especie era más rara, menos estudiada y ¡hermosamente decorada con manchas azules en los costados!
De nombre Smilisca cyanosticta fue la nueva posible rana de estudio para mi amigo.
Dejando atrás todo hasta donde nos hallábamos revisamos si en la charca esa noche cantarían aquellas ranas.
El lugar era una pequeña bóveda de claroscuros, protegido por inmensos árboles y miríadas de verdes hojas, era una minúscula charca en la magnificencia de la selva, y a su lado pasaba un río que a pesar de la sequía mantenía pequeñas charcas en su curso.
Era un lugar construido en rocas y decorado con musgos, hojarasca y hongos escondidos por doquier.
Tras un instante de estar ahí escuchamos un pequeño sonido, un chillido como el de una trompeta rota, ¡ahí estaba! Más bella y mas silente, ¡la preciada rana!
Regresamos contentos esa noche, dispuestos a completar el estudio ahora con nuevas esperanzas y fuerzas.
Esa noche y hasta la madrugada comenzó a llover…

(Continuara)

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