25.3.13

Un hombre oscuro (fragmento);


"Pero, en primer lugar ¿quién era esa persona a quien él designaba como sí mismo? ¿De dónde salía? ¿Del carpintero gordo y jovial de los astilleros del Almirantazgo —a quien gustaba sorber rapé y distribuir bofetadas— y de su puritana esposa? Ni pensarlo… No había hecho sino pasar a través de ellos. No se sentía, como otras tantas personas, hombre por oposición a los animales y a los árboles; más bien hermano de los primeros y primo lejano de los segundos. Tampoco se sentía particularmente macho ante el dulce pueblo de las hembras; poseyó ardientemente a determinadas mujeres pero, dejando aparte la cama, sus preocupaciones, sus necesidades, sus servidumbres con respecto a la paga, la enfermedad, las tareas cotidianas que se realizan para vivir, no le habían parecido tan distintas de las suyas. Había probado —aunque pocas veces, es verdad— la fraternidad carnal que le aportaban otros hombres; no por ello se había sentido menos hombre. Lo falseaban todo –se decía—  pensando tan escasamente en la flexibilidad y en los recursos del ser humano, tan parecido a la planta que busca el sol y el agua, y se alimenta como puede de aquellos suelos en donde la sembró el viento. La costumbre, más aún que la naturaleza, le parecía marcar las diferencias que establecemos entre las categorías, hábitos y saberes adquiridos desde la infancia, o entre las diversas maneras de orar a lo que llamamos Dios.
Incluso las edades, los sexos y hasta las especies le parecían más próximas de lo que se cree: niño o anciano, hombre o mujer, animal o bípedo que habla y trabaja con sus manos, todos comulgan en el infortunio y la dulzura de existir."


 Por Marguerite Yourcenar. Traducción de Emma Calatayud.  


En estos días he estado leyendo un librito títulado "Como el agua que fluye" una compilación de lo que podemos llamar nouvelle, creaciones de la Yourcenar, anoté este fragmento en lo particular, porque me llega al interior; si bien la obra de la Yourcenar me parece en sumo, entrañable, escogí este fragmento, porque me represento por él; mi pensamiento y mi vanidad sienten una regocijo de leerse en otro punto; uno distante que nos recuerda que nos podemos hallar en los otros, y que mejor que hallarnos en la literatura. 

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