26.7.15

No desaparecí, sólo andaba en otras cosas.

Mientras éste Texto a un grabado.

Grabado:
"Young crow" (1918)
Por Jan Mankes

"Imagine que por alguna fuente confiable, le informan que morirá en menos de dos años. Dos años no es mucho tiempo si se piensa que la media de edad ronda los 30 años. 30 años de los cuales uno pasa tal vez dos en la neblina de la infancia, seguida por las postales de la niñez, ¿cuántos recuerdos de escuela, amigos y cumpleaños quedan para cuando uno tiene 15 años?; se acerca lo que propiamente la colectividad reconoce como juventud. Entra uno en ese vértigo de pasiones y sensaciones renovadas, rechazamos la niñez sin saber qué es lo que por lo general menos quedará de nosotros. Se convierte uno en adulto para los demás y no sabe reconocer si hay algo en el carácter que se parezca a ese constructo que llamamos madurez. Esa lucha por tratar de ser serio, termina en muchas poses y compromisos sin sentido. Después de eso, lector, no le puedo decir más porque todo es una suposición para mi, estoy en aquella edad media, o media vida de la que las estadísticas presumen y nos homogenizan a todos, años más, años menos, emparejan la vivencia de cada uno con un número y lo cierto es que para ser únicas nuestras vidas, tampoco han dado tantos saltos, tenemos miedos, ambiciones, planes que nos hacen querer ser como otros y terminamos todos un tanto parecidos.
Ese frío número no nos gusta pero nos hace justicia.
Después de eso, ahora intentemos pensar en lo que son dos años, no son mucho, apenas más de 720 días, porque siendo honestos no recordaremos todos, algunos se nos irán durmiendo, en las filas, en la indignación de saber que nuestro tiempo es finito, esperando alguna visita, corriendo a una cita, mirando aquella obra de arte que no queremos olvidar aunque estemos condenados a muerte; viendo la espuma sobre el té, aquella hoja que cae, la lluvia que se repite a sí misma en cada gota, los comerciales, el tiempo perdido mientras se hojea una revista en el consultorio médico.
¿Ya se fueron esos dos años?
Si no, tal vez sople las velas de su pastel de cumpleaños, si es que alguien le celebra el cumpleaños, uno se estrangula en la idea de la felicidad y termina creando una estatua irrealizable.
Nos deformamos en ella, hay también en ello tiempo perdido. ¿Y después?
La certeza de lo ridículo que es uno, se ha centrado tanto en el ser que olvida a los demás, a los que hizo esperar, de los que no se despidió, de sus propios esfuerzos por ser felices, o ser menos infelices. De los que ignoramos y sabemos que sufren en el mundo, no dejan de ser parte de la indignante estadística. También ya se han muerto otros, algunos conocidos, muchos desconocidos y también sabemos que todos moriremos, no obstante saber que hay fecha de muerte, y que cada instante la acerca, sigue siendo agobiante, aun en la deformidad de la autoapreciación, y la trampa de la inteligencia.
Jan Mankes, murió en 1920 y entregó éste joven cuervo al mundo dos años antes, tal vez como un augurio propio, de su tuberculosis, de su vida media, pues nació en 1889 y murió a los 31 años"

-[Sobre] El joven cuervo, por Jan Silesius-